miércoles, 30 de junio de 2010

las imágenes de los ayeres se reúnen sobre tu cuerpo.
y el mío siente frío lejos de tus brazos, tatuajes de calor y beso.


pura chatarra 
la boca abierta de esta mosca
grita vómitos de amor. 
Todo se oscurece en este vientre.
incluso el corazón 
que repite los ecos
en los que el desvelo
es anfitrión.
De alguna manera siempre supe que no había sido creada para ningún hombre, que tus caricias eran polvo en la superficie de los muebles y que lo que me quedaba de silencio debía servir para alimentarnos a ambos. Mi construcción no tardo tres días,  ni siquiera dos tardes, siempre estuve en las orillas del agua, mientras los engranes formaban alguna función en los otros humanos, o el vapor les daba alas en la tierra. 
No dejo de pensar en ti ni un sólo minuto.
No dejo de pensar en ti ni un sólo minuto.
No dejo de pensar en ti ni un sólo minuto.
La frase se repite, la mentira se acumula en los tejados, te creí, por eso gotean mis ojos. 

Tirar piedras 
tirar piedras
tirar
un trocito de nuestra imaginación 
por la borda de los barcos atrapados en el interior del jardín de las sombras
en la ciudad 
Hay que escribir en dos fases, en dos ramas que al final se unen y sin embargo siempre terminan en el insomnio; hay que escribir la propia vida, con acciones y actos únicos y repetitivos, hay que aburrir al lector con los saltos de años, con la selección de escenas o mejor hay que divertirle mostrándole nuestra miseria.
Hay que escribir y yo sólo pienso en arrancar la hoja del libro y dejar incompleta la historia, en quemar el final y conformarme con la incógnita de lo que pasará mañana.... si es que hay algo que pueda pasar una vez que el papel se extinga.

domingo, 27 de junio de 2010

Entrega de documentos, a las once
sin inspiración, arrastraré mis pasos a la segunda puerta
y saltaré a algo peor que el suicidio,
a la oportunidad de vivir con orden
pero sin felicidad.
No hay metáfora más cruel
que la que substituye la muerte con la vida
sin dejar por ello el mal hábito de la respiración.
El pez nadó en la transparencia, mientras el aire secaba su movimiento, de tal manera que todo se conectó al redondo abismo de la boca de la pecera que se rompió con el grito de la inutilidad de seguir siendo. 
Los nudos de los abismos de la carne de la despedida, son otra manera de contemplar los ejes sobre los que se construye un doblez en la palma de mi mano.
Este es mi último silencio, el nudo de garganta antes del llanto, la alfombra sobre la que desconocimos el amor mientras la noche unía nuestras manos.

martes, 22 de junio de 2010

A veces el periódico y la televisión me aburren, entonces me pinto las uñas de rojo y espero junto a la ventana a que el viajero de mis sueños entre, a que rasgue la casa con sus risas y que la danza nos consuma en recuerdos cargados de añejo acento; espero mucho, lo sé, tener un amante ya no es como antes, tener una vida ya no es como antes, extraño el ruido de la familia, los conflictos que terminaban en el oido ajeno a estos muros, el placer de besar sin tiempo, el tiempo en que mis arrugas no deteruioraban mi edad
si el cementerio fuese un cuerpo no preguntaria tanto por las cavernas que llevan a lo interno de su espacio femenino, como lo haria por las rodillas gastadas en tropiezos, en columnas de lágrimas desvaneciendo la figura que podria recordar el espejo.
Tenías planeado engañarme, pero desnudo no pudiste ocultar a la mujer, esa otra, que gobernaba tu corazón
El día de mi cumpleaños decidiste superarme, te fuiste algo más contento que de costumbre por la puerta del adiós.
el sexo es la guillotina que corta la luz de la lampara del fondo
el ojo de la venganza se despega de mi espalda, yo he elegido dejar de causar estragos en el tiempo y a cambio de su caída he firmado la renuncia de mis sentidos, no quiero avanzar y es tan sencillo, sólo el agua sabe a donde caen los ríos del mundo cuando la tierra es un ojo cerrado en el espejismo de maderas, de bosques, de cuerpos humanos arremolinándose  en torno al humeante instinto de perecer.

lunes, 21 de junio de 2010

tengo ganas de escribirte, doy un trago
tengo ganas de besarte, doy un trago
entre trago y trago te vas desvaneciendo
eres todos los hombres
quizá hasta alguna mujer que guiña el ojo con las postizas cayendo;
te regalo mis piernas,
mis labios, mi tiempo en el basurero,
da igual que ahora piense en ti,
si tu rostro ha sido carbonizado por el alcohol que me bebe;
siento como me bebe, como  anuda los extremos de mi piel
y quema  la llaga de mi  garganta al pronunciar tu nombre;
tengo ganas de tocarte y de perderme en tus ojos,
de escuchar con mayor volumen la canción que me desvela
pero doy un trago y el tiempo se acuesta
en la cama, conmigo, se ensambla en mi hombro,
les grita a las soledades que él consumirá mi vida
mientras le digo que no eres tú, que ya estoy muerta,
que me deje con el trago que poco a poco me duerme
en el olvido de estar despierta.
El inicio siempre es un grumo en el sueño de la herida, me da miedo, lo aceptaré, no temo que los otros miren mi rostro ni que los espasmos se hayan reunido en torno a la sonrisa de lo que en realidad es una lágrima, quizá  me asusta la oscuridad de su sonrisa es, después de todo, el símbolo de la muerte el que esconde su pecho en la tristeza.
la mugre que taladra mis ideas
El azúcar es polvo en los labios
y el color se extravía en esa sensación de suavidad
generada en el acto de probar.

De alguna manera necesitaba robarte el aliento,  así que compré un gato y lo dejé al cuidado de tu alergia, en esos tiempos hablar de "soplo"  era expresar la vida, entender aquellas cosas que nos dan movimiento y resumirlas en esa forma, en esa palabra que recopilaba fórmulas también sencillas si lo pensamos bien, cinco letras no son demasiado, pero eso ha pasado y ahora "soplo" no es mucho, quizá el aliento de lo que amamos o el del frío que de alguna manera no nos deja libre la espalda. El gato hizo bien su trabajo, tú no dejabas las fiebres, la cama, los dolores, e intencionalmente no dejabas de olvidarme, de comprender que nuestra vida juntos fue un error, una simple transición entre dos estaciones. Esa tarde, antes de que la pelusa se colara por los eslabones de tu cuerpo, originando que el soplo se te escapara por la ventana  a la ciudad, emprendí tristezas sobre la nada y comencé a seguir tu ejemplo, a morir en el transcurso del arte de olvidar.
A veces el amor no se toca el corazón, otra vez me desangro por tu nombre, por ese papel escrito que te hace ser tú y que  jamás me pertenecerá, otra vez estamos sentados en la orilla de la necesidad de desconocernos, otra vez en esa foto, rumbo al olvido de tu tiempo... mis ideas son dispares y ya no espero, ya no quiero que mis lágrimas repitan en onda tras onda la idea de que jamás es jamás por siempre.
Los enlaces con la muerte son siempre intuiciones sin claridad

domingo, 20 de junio de 2010

La espuma que resbala por el eje central de mis labios, es un enunciado que planeaba atravesar tu pecho.
Hay un animal, en el interior de mi cuerpo, que desgarra mis paredes y que se viste con las  vísceras que escupe mi sangre cuando aún está cruda, antes de que el aire le cueza y le deje hecha el coagulo sobre el que la sombra del animal estampe su huella.

sábado, 19 de junio de 2010

me dedicó la canción de las tristezas, 
pero yo entendí que había un corazón flotante
lleno de ternuras
me dedicó una postal de ayeres
que creí mía
 hasta que la lluvia, mar de aire,
me hizo despertar sin sueños. 
no hubo más que tres palabras y un trocito de silencio.
quizá fueron los pies en la arena
la ciudad tiene mucha
y los encuentros son fugaces
como la felicidad de los ojos
antes de despertar al engaño
los labios fueron de un lado a otro
las mariposas murieron en el último jueves del mes
la contaminación les fumigó
y los besos pasaron al resto del cuerpo
a las manos descubriéndose cerca.
ya no recuerdo esas palabras,
- sólo el silencio -
en la ciudad hay arena que cubre las huellas
los recuerdos son fugaces sombras
que siempre habitan el espectro rojo del ojo
el crujir de las verdades al ser repasadas
ya no hay vegetación ni labios
las manos atadas a los lados
nos dejan esclavos de la imposibilidad
de saber el inicio de este final.
Llevaba en el pecho el mordisco de las olas y en el labio la sal del mar
estaba a la orilla, sentado, mirando los horizontes que se disolvían
y la lluvia se volvía estrellas en la sombra del rumor
de un exacto en el que se rasgaban las vestiduras del agua.

Tuve un hijo bastardo con ese hombre,
un pequeño crisol de ansiedad y penitencia;
sentí muchas veces la carne de su cuerpo
en palpitante esencia sobre la pesadilla de la soledad,
que estanca, en los parpados, las lunas eternas de la tristeza.
Luego de formar un cuerpo nuevo
un sin nombre que bebería, de mi cuerpo, las sonrisas
descubrí que  llevaba la barbilla de su padre,
la mirada de alguna abuela que mecía el viento
y los pies imposibles sobre el suelo.
Este hijo le enmarañó el pelo de canas,
se mudó a las ciudades en las que el alcohol poblaba los anuncios
nos hizo ancianos y devoró las ilusiones de nuestros ojos
caídos en otoños de compañía ilustrada con silencios.
Tuve un hijo bastardo de ese hombre, un hijo que murió
cuando él abrió los ojos y se encontró
con el amanecer y conmigo;
la desilusión le borró la mirada, dejó de construir nudos
en los espacios del horizonte falso, en el que nacía un trozo de sol.
Pasó de largo la mirada, sabiéndome invisible, desconociendo
que en alguna fotografía estábamos juntos
formando un cuerpo ajeno
una manera de consumirnos en tiempo
un bastardo que sólo tuvo una noche
como pretexto para caminar sobre la tierra...

Sigue mirando el subterráneo trozo de azules,
ese que se mezcla con la claridad del aire, ese que emerge
en un grito, como una herida de la tierra,
lo contemplo mientras se ausenta...
La ternura se explica cuando no se buscan definiciones y una mirada se escapa de los párpados interiores, esos que se encuentran lejos de la luz de la mirada y que incrustan la necesidad de amar a otro aún cuando esto sea, en el último de los casos, innecesario. Lo poco fructífero de esa palabra siempre resulta en lágrimas con formas de actos avocados en los momentos de debilidad. o quizá ese es el resultado, la posibilidad de agradecer y de generar agradecimiento en eslabones de grados menores hacia esa gente que ha pasado y no volverá.
El amor a veces es una explosión que dilata todo cuanto existe en el mapa creado a manera de cuerpo, pero no siempre es suficiente  como para crear nuevas constelaciones, para emerger de la oscuridad y volverse bombilla; el fango a veces también es despedida del silencio; y el sexo un consuelo que sólo se relaciona con la necesidad para encontrar a otro y descubrirse humano, es compartir los secretos de las manos y los cuerpos; los rincones que se llenan de fango o de amor o de víscera sin resultados a largo plazo.
El amor a veces es imposible, aún cuando le tengamos tatuado, se vuelve fantasma en el recuerdo,  una gota de rabia negra en el labio sangrante de la necesidad de recoger la bebida, que el sudor dispara en moléculas de excitación y feromonas.
El nudo de la vida se estancaba en el hondo espacio de su garganta, llorar a veces es imposible. o quizá son las nubes del camino lo que provoca que no existan sensaciones, no intensiones de usar los ojos para algo que no sea mirar el futuro. Sus manos temblaban, sus pies eran una inteligencia aparte, los focos se apartaban de la luz que provocaban y las espinas de la piel se alarmaban por el frío que corria a raíz de los poros del mar del recuerdo.

El nudo de la vida se estancaba en el hondo espacio de su garganta, llorar a veces es imposible. o quizá son las nubes del camino lo que provoca que no existan sensaciones, no intensiones de usar los ojos para algo que no sea mirar el futuro. Sus manos temblaban, sus pies eran una inteligencia aparte, los focos se apartaban de la luz que provocaban y las espinas de la piel se alarmaban por el frío que corria a raíz de los poros del mar del recuerdo.

viernes, 18 de junio de 2010

Aunque todos te llamen muerto  escucho tu canción en mí cabeza, el rumor de tu voz envuelve el grito de las aves y hace que las tardes se tiñan con una sonrisa

enamorarse

sentir esa sonrisa estúpida de cuando la ilusión te pinta satisfacciones
El inicio del péndulo fueron lágrimas.

jueves, 17 de junio de 2010

Conejo-tristeza

Mi tristeza se volvió conejo,
se mudó al interior de los plantíos de alfalfa
y se dedicó a mirar la luna,
a formar senderos por los que el agua de riego escapaba
para jugar a mojar su pelambre
Era un conejo pequeño, de orejitas cafés,
un día volvió a casa, encontró las rejas abiertas
buscó su origen en la habitación de puerta negra
no supo que los colores mas suaves
se desvanecían al cruzar mi amargura
ni que los perros despedazarían su fragilidad;
lo encontré muerto
lloré mi tristeza, lo hice con tal fuerza
que sus descendientes abandonaron el campo
y  decidieron cubrir mi corazón
para que no muriera de frío.
No te diré que te amo, eso es obsoleto, pero tampoco intentaré cambiar lo que ya escribimos, prefiero, de alguna manera, enviar botellas al mar y desmembrar lo que queda de tiempo, esperar el rescate, dejarte atado a la piedra que azotan las olas, o quizá empezar a desempacar en el departamento las grutas de un nuevo edificio.
Algunas palabras se acuestan entre los mechones de tu pelo y pienso en absorverlas o en soplar y observar la manera en que se elevan hasta formar un diccionario de nuevos encuentros, es un sueño, mañana vence el boleto, los regresos son inminentes y el olvido se estanca en las pestañas de este amanecer en el que el silencio se ha apoderado de mis labios.

miércoles, 16 de junio de 2010

Las flores tienen espinas que les atraviesan las gargantas,  la pus de la boca  es  palabra salada,
el camino que tomamos está siempre frío, teñido de viscosidades que enuncian algún amanecer;
amarillos hilos que embarran el horizonte con los pasos que vuelven verticales las figuras, enumeración 
del mundo que resbala de la boca de los viejos, esos que se sostienen del tallo de las flores
de la sangre que resbala de los pistilos y son  el equivalente al pasado que borra nuestros pasos, 
al concierto de arrecifes en la costa de las palabras que envuelven la boca con silencios.
Ninguna forma surca ya el rostro de la costra, ningún reflejo se adentra en la intimidad de la superficie que se guarda.
No pasaría nada nuevo si te mueres,
las horas contarian por horas
los litros por leche
las monedas por hombres
y el cabello de los calvos
seguiría siendo un romaticismo estúpido en mi mente,
Te he enterrado mil veces,
el anillo de viuda ya se ha vuleto mi carne,
como encarnada como vestimenta
me forma con los huesos de su ciclo.
No pasará nada nuevo si te mueres
le pediré al tiempo que se detenga
firmaré  versos y el cierre de mis ojos
con las cursilerias dementes
que se esperan de una mujer agotada.
Luego el mundo dará un giro inesperado
yaceré en la tierra,
sin convirtirme en tu equivalente,
con la consciencia de que no pasará nada el día en que yo me muera.
En las ciudades debería haber más hombres, menos escritores, jugadores,  cantantes, en las ciudades debería haber más mujeres y menos neuróticas y todos podríamos desnudar las heridas y perder con perdedores sin sentir que hemos sido defraudados, en las ciudades no debería haber tantas esperanzas pero si posibilidades...
la manzana calló, no deseaba hablarte, allá, en el tiempo de las ramas, no existían palabras, sólo los rumores del viento que son caricias que enrojecen la carne,  que entibian las estructuras por las que la piel se siente seducida, no hay ortografía ni voces ni oídos, sólo hojas que nutren de sensualidad los abismos en los que el agua se va acomodando entre la pulpa.
Mujer eres tristeza 
por eso se ocultan tus genitales, 
de lágrima en lágrima han ido escondiendo los placeres
para que no te los arrebaten, 
sin embargo tu cuerpo dice que la señal está en la dirección equivocada, 
que has dejado una gruta a tu morada, 
un puente que alcanza todas las latitudes. 
Tus ojos están siempre inquietos, 
sólo los ojos de las mujeres-muerte no se mueven, 
callan,
sólo esos labios no lloran palabras
ni buscan calor.
Pero tú, estando en vida 
intentas inmiscuirte en el corazón de lo que amas

Mujer eres tristeza, 
por eso se oculta en tu cuerpo el momento
más largo del mundo
y tu empaque se arruga 
de días formados de melancolía.

nos sentamos bajo los árboles


no quiero que corrijas los errores de mi cuerpo
sólo quiero un instante bajo el soplo de tu tristeza
o que tus ojos consuelen los nudos 
que van preparando el cielo y las humedades
del silencio 

los charcos son los abuelos 
de donde el barro comenzó a ser vientre
y nuestros ombligos se conectan con su fondo
mientras miramos el horizonte sin salida
en el que la lluvia une los labios 
de cielo y tierra
de nubes y montañas
tu voz se estanca en un parpadeo
no quieres que corrija los errores de tu cuerpo, 
sino un conjunto de caricias
un escondite en esta nada 
que nos alamacena
sobre la tierra 
que será la sábana eterna de nuestro luto

las manos, como los cuerpos,
se encuentran bajo el frío
mientras  los árboles agitan el cielo hecho nudos
y los segundos  alargan sus ramas
formando  eventos que se pierden
en memorias que culminan 
en el momento en que nuestros cuerpos estaban bajo
el árbol que aún habla de su tiempo

Hace frío sobre el asfalto en el que he plantado mi corazón, es sábado, no hay movimiento, algunos grumos de tabaco inundan el ambiente, los labios de las mujeres crecen zapatillas en los cruces y los hombres convierten sus zapatos en segundos que escapan del filo de los dedos.


Ya repetí esta escena, soy yo quien se repite, soy yo frente a tu recuerdo pintado de grises.
Yo también desconocía esta palabra, llenaba con afasia los minutos de espera y luego me desmoronaba en las inclemencias del tiempo.

martes, 15 de junio de 2010

las puertas de tus ojos son sal
algunas están rotas.
he pensado en cocerte, con un poco de agua, con un trozo de inseguridad y luego vaciar en el molde de las muertes los equivalentes de tu voz.
No quiero tocarte, una de mis manos es más rápida que la otra, uno de mis cuerpos está más muerto que el otro, cada parte de mi imposibilidad de ser semétrica resulta en los esturnudos en los que la carne vuelve a ser gota en el aire, en el afuera de la cara del hablante con el que no nos interesa intimar. Pienso, justo ahora, en recopilar todos los referentes, en volverme la gris estampa que nutre el suelo, si, estaría bien, podría verme en los espejos, no soñaría contigo, sería tu dueña, ahí va otra vez, esta idea de tomar los recipientes y marcarles mi nombre, sin entender que algún lápiz que estaba marcado no vuelve porque nada es nuestro. Estoy desvariando, seguro, tú tampoco serás mío.
El chiste es que no quiero tomar los referentes, no para usarlos y mirarame en los espejos, los quiero para ir y tirarlos sobre tu rostro, sobre las puntas de tu hocico, ese gran agujero de ilimitadas salivaciones, de tal forma que no se condene mi cuerpo ni mi caracter, de tal forma que siempre sea libre.

Probablemente te extrañe, he planeado llevar alguna imagen tuya, una palabra que me recuerde porque pensé en renunciar a mí a cambio de que te quedaras,
Hoy no escribiré nada, prefiero que me pueble el silencio

lunes, 14 de junio de 2010

Se caen los dientes de las flores y en ningún lenguaje se toma la rodeada calma de la playa bajo el liquido que baña la lengua.
Hay cristales en los ojos, verdes y tristezas
que no saben lo que mira
el cielo cuando su rostro cae
en un derroche de oscuros
que suman el sudor de las pausas
que algunos hombres van gritando
lo raro se suma a la corriente
y ya nada tiene significado
no son los sueños
son los silencios
que se amontonan uno
sobre todos
hasta formar la ultima capa
de preciosa oscuridad
ya repeti esa palabra,
pero el cielo no se repite en ningún lugar
esta en el ojo que lo encuadra
en el parpado de quein
comienza a llorar
se suman las hileras
en las que se crea la cuidad
todo es un campo de nubes
alrededor de la ojera
que escribe en mis dedos la
palabra oscuridad.
Si, tuvimos miedo y por eso nos arrancamos la carne, por eso nos empaquetamos en dobles siluetas, nosotros también éramos panes desmembrados en migajas y huíamos de palomas que generaban círculos de viento, luego nos gritaron cobardes, mientras las olas rasgaban el silencio y lo volvian guiñapo, nadie lamento nada, ninguno de nuestros suicidios, lloraban por las cosas que no aclaramos, por la muerte no anunciada en una tarjeta, con un mes de anticipación, por la ropa y el suelo y las manchas por esas cosas que uno no perdona cuado la meta es fingir ser feliz.
Tuvimos miedo y ahora, lejos del juicio de las manos, somos libres.

domingo, 13 de junio de 2010

Lo pensé bien, me dije, y decidí no salir a jugar bajo la lluvia, el desnudo de tu cuerpo me asusta, porque la carne es caracol y encierra alguna idea ambigua, no apta para mi mente perturbada, imagino que sabes a qué me refiero, prefiero pensar que lo sabes, no estoy dispuesta a explicarte, a caminar contigo/conmigo/con nosotros en las aceras del centro, ni a verte en el espejo convertida en un trozo de realidad que esboce todos mis temores con una insípida sonrisa.


Quiero cerrar los ojos, como lo hacen los muertos y dejar que mi cuerpo vague en direcciones sólidas, en espejismos de aberrante luz, quiero que la luz devoré tus espacios, que tu cuerpo se haga cuadrado en la libreta en la que un niño empieza a dibujar una letra, o que seas el marco de la ventana, algo que no estorbe pero que tampoco luzca, en resumen que seas un trozo de papel con forma, que el viento te lleve a donde mi consciencia no conozca, mientras el agua cae desde el cielo y me animo a salir a cantar.
Si te odiase viviría para ti, no comería sin imaginarte muerto, no pasearía las tardes lluviosas sin imaginarte atropellado, no viajaría en transporte público sin desear que caigas, que los semáforos conspiren a cada paso que das, que tu auto se descomponga o que tu caer, en la banqueta, resuene con unas gotas de tu propia sangre; es más, no dormiría sin pensarte tirado en alguna banqueta, orinado por los borrachos y los vagos que odiarían y escupirían tu cuerpo con la misma saña con la que yo lo haría. Pero no te odio, no, por eso no te dedico ni un segundo, no me importas, desconozco el nombre que me dijiste la noche en que nos presentaron, recuerdo vagamente tu figura, tus ojos, tus labios. O quizá no los recuerdo, pero intuyó la imposibilidad de su carencia., es eso, sí, por eso no entiendo, querido personaje: ¿cual es el motivo de tus quejas?.
Paré mi carrera de angustía y me subí al tren de azules moteados con gris, le dije a mi hermano que cerrara la puerta pero los sueños siempre están abiertos a los curiosos, así que nombre tres veces al visitante que quería, apareció y le pregunté sobre mi desvelo, en lugar de responderme fue desapareciendo mientras los ojos del hijos de mi enemigo se dedicaba a identificarse con mi basura.
El problema de estos días es el mismo que el de todos, su relación con los ojos es aberrante. Alcanzó a decirme el invocado. Lloré un poco,  el hijo de mi enemigo se bañó en perfume, se puso camisa, me invitó a darle la vuelta  a un parque sin gracia en el que sólo una flor morada servía de fuente, estás desvariando, dijo cuando intenté alzar la mirada, pero supongo que yo también lo hago, sonreimos. Me habría gustado compartir ese sueño con otro, pero no fue tan malo. Detuve mi oido en el interior de su corazón y descubrí que también latía, quizá fue por eso que metí la mano y le saque los ratones y la rueda y los dientes que mordian su interior.
Si mi enemigo nos descubre nos matará.
Que gracioso, ahora quiero gomitas, nunca me gustaron pero quiero unas y que el tren llegué al puerto en el que las palabras se vuelven alas, y las alas nos poesen, casi hasta consumirnos, hasta obligarnos a volver a despertar a la mitad de un vuelo. Mi hermano toca la campana, debo marcharme, sobre todo ahora que sé que todo se relaciona con los ojos, que las mentiras son convicciones hechas imagen.
"Siete noches esperamos justicia, dijo con sus ojos de plato"
La maestra saltó sobre la lectora, ningún hombre tiene ojos de plato redondo, lo recuerdo aunque en ese tiempo iba en la secundaría,  no se me ocurrió voltear ni decir nada, a mi me gustaba el cuento, pero a la maestra no le gustaban los platos redondos como ojos;  me reí imaginando ojos redondos, redondos, redondos, redondos, como el cuerpo de los pozos cuando uno  sólo puede recordar su entrada, aunque también hay pozos de boca cuadrada y los ojos no son redondos, tienen formas raras: para mí ojos de plato era suficiente, para la maestra tenían que ser redondos y esto que escribo no es consistente ni relevante, el cuento era de un hombre que pasa sed y hambre, un hombre viejo y pequeño, lleno de arrugas, que lo pierde todo y al final se queja de esperar justicia mientras los otros se burlan; sentí algo de tristeza y la maestra se sintió preocupada porque los platos dejen de ser redondos y se adapten a los ojos. La chica tiene dieciséis años, sus chinos se deslavan un poco por la pregunta de la maestra que insiste en ponerla en evidencia frente a todos, sostiene su cuento, nos mira, su nerviosismo se aspira rápido, ha pasado varios dias planeando esta historia, ha dormido poco y nada vale, los ojos del hombre no podian ser semejantes a platos, su hambre no podía ser hambre y la justicia por la que rogaba no encontraría eco en ninguna maestra de secundaria. Los cuentos para niños deben ser felices.
La maestra le ordenó leer una vez más: "Siete noches esperamos justicia, dijo con sus ojos de plato", la voz de la chica fue interrumpida por la maestra que, molesta, la reprendió una vez más. Quizá esperaba que, al leerlo por tercera vez, la historia cambiara, pensé mientras veía por la ventana, el cielo se iluminaba, la vida era un evento nuevo, en el que algún hombre con ojos de plato se sentaba a llorar tras no encontrar justicia.
Yo ya lo dije, roí tus labios,
 ya lo dije, castre tu entepierna
no soy un verbo regular ni una palabra
más bien una compilación de aguas estancadas
que se nublan bajo el techo de alcantarillas y tierra.
Las ratas jugaron stop
en el jardín de infancia
justo unos minutos antes
de que mi boca escupiera tu cuerpo.
Las constelaciones de odio me rodean,
soy un cuerpo que no está despierto.
Este lugar no almacena recuerdos, sólo da paso al olvido, es una herida como muchas otras, con un color algo salado en las orillas y un centro/corazón/ sin migajas para compartir con los necrófagos que vagan por el centro, cerca de los parques, de las iglesias, de los niños y los viejos.
Alguien tuvo la torpeza de poner un tapete frente a la puerta, de sumar al peso de la luz de las ventanas largas cortinas, de forrar con colores la oscuridad de los cuartos, y nadie reclama nada, ninguna voz torpe se reta  a sí misma en el vacio; faltan los espejos, si no hay una figura frente a nosotros es más difícil reclamarse, falta el resto del mundo, si no están es imposible el odio que nos da vida y mutila de manera simultánea.
Lo olvidaba, este lugar no almacena nada. Está hecho para que pase el olvido, es un brazo de viento que se cierra en los ojos de los vivos.

sábado, 12 de junio de 2010

Yo ya había visitado ese lugar y la mierda ya se había juntado formandome unos pies, seguramente no salieron más palabras ¿palabras, para qué? si el inicio es un fin que termina en el mismo basurero del que pretendimos salir, este es un camino que gira, un círculo de imagenes que te deja ciego, que te embarca en lo que no ves. Eres un rumiente, me grita un viejo, mientras me ve con cara de lujuria, y ud, mi estimado desnocido... ud. es...
El pasto se aleja, se lava las manos, los pezones son las puntas de las hierbas y los psicologos me dicen que estoy confundida, yo creo que tienen razón, que crecen los cimientos de este mundo, que se extravian los enjambres de nuestra imposibilidad de forma, estoy en la carretera, camino con mis amigos, un grupo de perdedoras que sólo quieren abrir las piernas y temen a infecciones subiendo hasta sus gargantas; no les digo nada, caminamos en hilera, los autos van a gran velocidad, ese es el chiste, viajar a gran velocidad, sin viento, sin amor,  sin alucine;  tengo sueño, pienso mientras nuestros zapatos se van cubriendo de arena, no la arena que evoca la palabra, esa maravillosa,  limpia, frente al mar que es todas las puertas de nuestra verdadera casa, no, esa no, sino la arena de un camino sin visitantes, la arena de los cansancios, del hastio, del odio, del vomito que masticamos cuando decimidos mirar nuestros propios ojos.
Nadie habla, las motocicletas eclipsan alguna luz, es de día y aún así las sombras no se esconden, no veo a los que andan en bicicletas, son inmunes a mi vista, aparecen, ni siquiera intuyo su presencia, siempre grita alguien: ahi, ahí, espera, el de la bici... y entonces, algo tonta, reacciono, es tarde o quizá no tanto, no logro verlos, son invisibles, ya dije esto, seguimos caminando, tengo el pecho abierto, un grupo de ideas en las manos, un trozo de tristeza que me cuelga y si sigo numerando será sólo que escucho los trenes y me dan ganas de acostarme, de ser durmiente y paso y estación y llegada final.
Ya había estado aquí, estoy segura, de algún lugar me tuvieron que nacer los pies, sólo que entonces el pasto era verde, y no necesitaba tragar mi contenido.

Lo olvidaba. Este final estaba resuelto desde que dije que era un círculo.
devoluciona el deseo mientras nuestras miradas roban las fronteras del mundo
Atribuí todas las tristezas a ese momento, a tus ojos, al dedo que apuntaba los diálogos de labios e instantes fumados con el síntoma de la luna.

Sentí ganas de desmoronar el espejismo de lo real, de caminar descalza y deconstruir con mis lágrimas la frialdad de las carreteras, de cerrar las autopistas con el dedo gordo y que las casetas fueran centros de memoria. De llevar los párpados de los muertos cosidos en los límites de la piel que me estorba de soledad y esperanza ; y luego entrar en el mar de verdes que se marchita bajo la tala, pretextos para no envejecer, para que nuestros nietos mueran perfectos, sin conocer la belleza de una flor, sin sentir el sol la lluvia el frío, la vida que se desplaza del arco de luz a la sombra.


Atribuí todas las tristezas a un incidente, en el que alguien mencionó que nací, y de inmediato comencé a buscar, entre los rostros, el exhalar del dedo que desdibuja los diálogos internos en los que el cuerpo extraña.
la humanidad cometió el error de imaginarse libre, de consumir, con sus manos abiertas, el flujo de los sueños de los demás hombres y pensó en vigilarlos, en llenar con estanques de nubes los mañanas acumulados en las esquinas, junto a escobas, junto a cadaveres de posibles finales sin tristeza.

viernes, 11 de junio de 2010

Se encontraron tres meses después en una galería, sus ojos no se encontraron mas si sus reflejos, en el largo espejo de centro del pasillo principal, ella llevaba un saco largo y él el frío en los huesos, esa mirada clásica, el deseo dibujado en todos los poros del cuerpo (aunque escurriendo agua), parecia apagado. 
Sus cuerpos se rozaron en el reflejo, como en el momento en que  dormían juntos.
el pelo al lado, escurriendo olores a pausas, a desnudez interminable, invitando, la piel nueva,  a que el toque pase y el lodo embarrando los nudos, de la voz, se desvaneciera, dando paso a que el  silencio se haciera labios humedecidos.

jueves, 10 de junio de 2010

el cuerpo en dónde ocurria el placer era el lugar consagrado al odio.
Teniamos latas en la sangre y un murmullo para quien quisiera interrumpirnos

miércoles, 9 de junio de 2010

Yo pienso que el cielo sabe a mar, tiene algo de sal entre las puntas de su congelado cuerpo, por eso las nubes tardan tanto en decidir una forma, por eso las aves siempre llevan consigo su plumaje. Allá a donde todo se disloca en circulares ramas, mis ojos caen en la visión del precipicio perfecto y mis pies flotan y el cuerpo ya no le pesa  a la tierra, cuando era niña sentia que caería al cielo, al sabor áspero de todos los azules convertidos en sal.
Siempre abro las páginas buscando novedades, tu rostro en la portada de algún anuncio, luego cierro los ojos y recuerdo, nunca fuiste tan importante para el mundo comopara mí. Entristezco, en verdad que no volveré a saber de ti, si te has aburrido de ella, si encontraste a otra mujer, si te has casado o te dio viruela, si en las noches  aún recuerdas mis pretextos para no dormir.
Mis ojos ya no sonrien, te deje pasar de largo, y no es que me arrepienta es que te extraño.
Antes tenía mi juventud para ofrecerte, ahora que soy pétalos marchitos sólo me queda esta carencia de vida y es justo lo contrario de lo que deseas, no cabe duda, en el cielo se escribieron nubes, nubes en mi memoria, en la posibilidad de estar juntos.
Lo malo de lamer tus propias heridas es que al contacto con la lengua se abren y duelen y sangras del espíritu lo mismo que de la sombra; lo malo de lamerse es que no puedes evitarlo, cuando ves el brillo en los ojos de los otros y tu lengua crea con sus rasposidades un mundo en el que el abismo de la tristeza se revuelve con el de la angustia de sentir un poco de calor, es tu lengua la única respuesta, es su textura el dolor que cierra el círculo.
ahí vamos!!! dijeron las voces a los muertos, y los muertos respondieron a su silencio, el silencio a través del cual se instalan sus huesos sobre la tierra.
Tenía tantas cosas que decir, ahora he olvidado, todo o casi todo se resume al hecho de que  respirar es una mentira que se expande del pulmón a la mirada que absorbe el universo, bebiendo lentamente porción a porción.
Hay dibujos que nos desdoblan,
nos forman cual pasajeros
en el mirar del que está envuelto tras el cristal.
La juventud no te durará eternamente, se volverá rastro en alguna laguna de tu cuerpo. Eres una canción que se evapora y luego serás el recuerdo de tus hijos, en una mañana.
Le pusimos nombre a la mujer en el hospital, mientras las enfermeras jugaban a ordenar el mundo, luego le pusimos rostro, ante el espejo frente al que se le peinaba. La dejamos pasar, se volvió argonauta y desertó, ahora usa máscaras, desconoce la realidad y busca entre otras quimeras la felicidad. No sabe que es imposible, nadie la ha desengañado
Tuvo que confesar la verdad y darse la vuelta, el dinero sobraba en su bolsillo, lo que anhelaba no estaba a la venta
Los pesimistas se sentaron en mi mente y descubrieron que ya no había solución.
Quisieron visitar el lugar del sueño, antes de olvidar imaginar
Escribió la historia en blanco y negro, cuando las escenas serán a color.
Quise escribirle a un desconocido y hallé el nombre de la indiferencia
dictamen: estamos salvados,
hay notas que son producidas por las alas, el insomnio de subestima, en valores de ojos abiertos, las alas de los párpados generan canciones intermitentes
los labios se cerraron, estoy obsesionada con eso
los labios se cerraron, estoy obsesionada con eso
todos caminamos sobre esa alfombra de calle, en la oscuridad, sonriendo.
en la ciudad nueva a nuestros ojos, en el sitio desconocido
quietud: página en blanco
Todos los hombres pertenecen a esa clase de plantas, la familia de la sangre de los buitres te revelará que otra vez estás soñando
No pensé bien en el silencio del parque, debí tomar en cuenta que los otros escucharían mis pisadas en medio de la oscuridad.
Aún estoy decepcionada, venias con un moño rojo, de relago, y luego de ver tus defectos me obligaron a aceptar que lo mejor era la devolución.
Sé que esta despedida no se volverá a pronunciar. Al menos esta parada tiene un nombre y no es dos cuerpos separándose.
Su tuviese una buena memoria recordaría algo de lo que estás diciendo, pero, corazón, no te conozco
El aliento salado de tu sudor es la realidad.

martes, 8 de junio de 2010

Guardaba la realidad en su bolso, un parque para caminar en las tardes, un conjunto de palomas para acompañar a los viejos, una bolsa con una madeja de pan y un reloj con voz de campana para indicar el final del día, a veces también sacaba las luces de la noche,  encendía ventanas, les pintaba amantes desnudos, con promesas de boca-oidos; si se sentía cansada metía los árboles y las jardineras, se llevaba las rocas sobre las que las mujeres sin casa se sentaban y llenaba de amor y caricias a los durmientes en su bolso, mientras caminaba rumbo al banco, a dejarle una carta llena de cariño a su hijo.
Creí que su cuerpo me hablaba, pero no era una conversación real, los que han dejado de respirar no gustan de platicar con quien modificará sus pedazos.
Nadie cree en mi humanidad, separaré mi cuerpo, cada mitad irá en busca de su propio proyecto.
Cuando cayó al suelo se sintió mal por haber creido en los brindis
Se armó con una sartén y una gorra, iba a conquistar el espacio.
-Las conversiones son sencillas, explicaba la chica de la silla de enfrente,  mientras el lápiz se deslizaba sobre la hoja, pero la gente no lo sabe, por eso creen ser malos en matemáticas....
Hay un sinfin de charcos, no había pensado en dónde se encontraba el arcoiris, seguramente en el cuepo de la mujer muerta, en las ojeras de la hija que llora o en el agrio aliento del hombre que vigila tras la estación de autobuses a los desconocidos. La pregunta me sonó extraña, no conocí antes a alguien a quien le preocuparan los discursos del cielo, sólo gente de ciudad con relojes y horarios, noticieron llenos de sangre salpicada en camisas y blusas blancas de reporteros. Imaginé entondes el cuerpo de la mujer, el nudo en el cuello de la chica, el hombre sometiendo a los desconocidos, el hambre de poder en el lujurioso enemigo de la chica de las novelas.
No contesté. Creo que la pregunta no esperaba respuesta.
Creí que los manjares eran para los Dioses y por eso decidí renunciar  a ti.
El paisaje se revelaba ante mi ceguera, mientras algún guía explicaba el funcionamiento de las máquinas que estaban en “la reserva”, el piso de obra era un trabajo exquisito, no entendía, la tarde se terminaba según mi reloj interno, los fantasmas salían de la fábrica y dejaban al velador con el cuerpo del delito, una larga manta blanca cubría la superficie del río, los hombres la miraban porque tenían cataratas, para mi seguía siendo negra, como la textura de los tenis; la voz del guía resonó entre los telares que estaban hechos maraña, la fábrica se cerraba y los inquilinos del silencio flotaban en el aire humedecido, el último dueño aún caía víctima del homicidio, el charco de sangre petrificó una huella sobre el exquisito piso de la oficina, las puertas hechas para los gigantes, el culpable, las manos de los trabadores, todo estaba inventariado, hacia cierto calor entre la humedad, cierto cansancio revolvía mi mente, otra vez perdí su voz, intente decir pero el guía ya estaba en otra habitación. Las mujeres gritaron algo, yo imaginé a la mancha de sangre volviéndose hombre y atacando al guía, escribiendo con su sangre inútil el nombre del culpable, luego imaginé que la vida es un poco más sencilla, acepté que quizá una rata cruzó el pasillo y que en mi oscuridad era la única persona incapaz del grito.

Luego las sombras rieron, un hombre tomó mi mano indicando que debía retroceder unos pasos, estaba de pie sobre la mancha del difunto, entre archivos y papeles reservados al olvido por la viuda. El hijo mayor vendió cuanto pudo, ahora eran recuerdos que algunos viejos almacenaban de su infancia.
- El trabajo era duro, yo empecé cuando tenía trece años, y allá, en la primera sala estaban las máquinas....que molían sus horas, pensé mientras el hombre era callado por su nieto, también ahora es esclavo, por eso su voz no se eleva. Una tienda de raya, dijo algún otro hombre ante una imagen imposible que los demás intentaban compartir.
Me hicieron alguna pregunta en lo que no escuchaba, di una vuelta sintiéndome libre por la galería llena de ventanas, el frio en los perfiles de las construcciones siempre revela información de la tarde. Yo sabía que no sólo estaban apagadas las luces de afuera, en el mundo comenzaba a extenderse la oscuridad como el silencio recaía en la voz de los guías y visitantes a la espera de una respuesta que no llegaba a mi consciencia apagada. De pronto abandonaron la enorme sala, me vi sola con los fantasmas que habían sido enterrados en el panteón de la iglesia que daba a la zona norte. Es como una hacienda, imaginé mientras rosaba algún vidrio empañado con porquería, aunque con máquinas que dividían hombres. Caminé imaginando el trayecto de los otros; los fantasmas, incluido le jefe, me daban la bienvenida, el aire ahora oxidado y con rastros de aceite indicaban algún final del camino, tropecé con un objeto metálico, el eco suspendió una especie de ruido en mi mente, estaba sola, con la fábrica que era cómplice del asesino del jefe, la penumbra estaba en todas las formas. Me quede quieta, esperando a que el homicida decidiera seguir con algún recurso de sangre en las manos. La voz del guía me indicó el camino, salimos mientras escuchaba le rastro de gemidos y el goteo de la sangre del hombre que nos llevaba fuera de los pasillos. Todos los hombres sangran por la boca, igual que el dueño de la fábrica lo hizo, todos estamos encerrados en los laberintos oscuros de la duda. El homicida fue encontrado después de tres días de búsqueda, fue condenado, no había ningún misterio. Los misterios habitan las películas. El guía no respondió cuando le pregunté porque sangraba, dijo que el sonido de las gotas coagulando eran en realidad goteras en el techo, el hombre que iba con su nieto me pidió que no siguiera preguntando. Salimos bajo el cuadro que hicieran de la viuda, imaginé sus ojos quebrados de un carácter sombrío.
- Algunos pagan por remediar la pesadilla de otros, me dijo el viejo, pero ahora es muy tarde y usted debe irse a casa y ceder al sueño.
Contesté algo sin mucha importancia, yo siempre estoy durmiendo.


Mis ojos atrapan esas dos ruedas,
una palabra constante que se repite.
soy común, común, común, mis dos ojos, mis dos piernas, mis dos manos, mis dos ruedas sobre el alambre que se levanta en un ventrículo del viento, yo giro los pedales y las llantas avanzan, al otro lado espera la vuelta de regreso, el giro de la historía que se convertirá en añicos sobre mi sonrisa.
soy anormal, anormal, anormal, mis dos orejas puntiagudas, mi lunar de media luna bajo los párpados, mi sangre coagulada escaseando sorpresas, mis intestinos pensando en las raresas y mi cerebro suspendido en el hilo de la zcarreta
Mis ojos atrapan esas dos ruedas,  mientras un poco de la luz del camino se va colando como fondo, yo aplaudo mientras conduce mi espíritu, llegaré al anochecer del otro lado.




(en colores del circo)
No soporto no dormir, dormir es lo más humano porque nos relaciona con la muerte, nos extiende la posibilidad de perder horas, de comunicarnos con esas otras vidas que son posibles, dentro de los limites de nuestra caja constructora; las pryecciones cerebrales van cosntruyendo nuestra historia limite, quisiera volver a la cama, deshacer los nudos bajo mis ojos, soñar. 
Me doy la vuelta por la habitación, aquí hay un poste, allà un teléfono, lo concreto me absorve. Cierro los ojos, sigo despierto, soy un cuerpo que naufraga sin un infinito que le salve de lo continuo.
Había un bosque de hongos azules, bajo la sombra de sus copas se desprendia el aire, juro que lo vi mientras dormía, antes de que mis ojos se transportaran a los paisajes subterraneos en los que el despertar convulsiona nuestro cuerpo y lo hace volver a este mundo compartido. No entiendo porque no lo encuentro, si estuvo en mis sueños debería estar guadado, justo ahora, bajo mi cama.

lunes, 7 de junio de 2010

Algo que siempre me ha acomplejado son estos sentimientos extraños, no me basta con levantar a fuerza mis pestañas, todo parece ser mentira, es como si alguna fuerza mayor me hiciera actuar... no, eso no es lo que quiero decir...
No me gusta sentir, cuando nadie me observa es fácil ser poseída por las emociones, me arrepiento, deseo sonreír, llorar, todo es más real que cuando salgo y miro el atardecer. Muchas veces he intentado matarlos, el maquillaje ayuda, pero no lo soluciona de verdad, así como la máscara cae vuelvo a ser yo, vuelvo a sentir esa extraña sensación de confort...
Hoy he visto el espejo con este rostro, creo que me iré a dormir temprano, con las pastillas de ansiedad que me recetó el doctor
la visita del tiempo terminó conmigo.
Hoy no estoy de humor para escribirte, no entiendo porque  usas los hilos que atan mis manos a tu voluntad...

Yo era la chica que hacía rectas sus tes.

Aunque imagino que ya no me recuerdas...
temblor y sangre.
condena.
Ya no hay tributos, sólo muerte en estampida, los depósitos de huesos han quedado abandonados y los espiritus que ahorcaban al enemigo del viento con sus llantos han quedado mudos. Los humanso ya no habitan le mundo, ahora viven en sus casas y afuera se pasea lo qeu mis ojos desconocen, el cautiverio más uqe nunca ahorca mi garganta,  es una infección, un trozo de carne en el desperdicio de la imposibilidad de la renuncia.

domingo, 6 de junio de 2010

Ver volar las palomas en retroceso es una aberración,
sus alas descomprimiendo el viento mientras retroceden es sinónimo de mi cerebro evaporando átomos.
Los espejos se cortan con tu cara, esa parte inundada de brea, de locura, de aminoácidos y proteínas, ah, es que tú también eres carne, pan duro, una fórmula química; no dudes en mudarte a refrigeradores que oculten tu miseria, podredumbre sobre el piso que gotea soledad, otro reflejo de lo que eres, otra forme de describirte.

Los espejos explotan, tú vas pisando el agua que se derrama, casi flotas, es negra, no te mostrará un reflejo, tienes ojos para mirar tu sombra, esa mancha te debe bastar.
Las manos de la mujer que acariciaba la brevedad de las puntas de la hierba, comenzaron a deshojar mariposas, la niña intentó detenerla, pero ellasiguió lanzando al viento los trocitos de alas; la suavidad de su tacto se volvíó materia de  destrucción, la niña lloraba, los colores flotaban por todas partes y la mujer, hambrienta se dedicó, terminada la tarea, a comer una flor.
El mar es como un perro que te languetea,

                                                 te deja impregnado de él,
no hay forma de desvanecer su toque.
Había una nueva versión de mí, estaba dentro de una cajita roja con un lado transparente, justo detrás de un enorme cristal en el que podía leerse la casi resplandeciente palabra "juguetes"; todos los días la miraba a través del vidrio y ahorraba esperando comprarla; hasta aquella tarde en que en su lugar encontré el vacio y descubrí que con ella se habían llevado mi corazón.
La sangre hervía espesa
nosotras la mirabamos
el zumbido de su goteo alrededor del cazo
era como el sonido de lo roto
muy adentro
Ayer saltaste sobre la blancura de una nube, la ventana estaba abierta y no pudiste resistirte, no notabas la velocidad con la que caías, tus alas planeaban en círculos de direcciones caóticas, tu mente era una con el abismo y quizá no sentiste la manera en que te quebrabas al estrellarte contra el asfalto
La desnudez del brazo estaba siendo devorada por las ratas, él lloraba porque ya no tenía corazón.
Alguna vez vi a un hombre desplumando aves, era como si les quitara los pétalos a las flores, lo hacía lentamente, sin tristeza en los ojos,  quitaba pluma a pluma y las amontonaba en un cesto, las aves se movían, intentaban zafarse de sus manos, él las detenía con la facilidad con la que cualquier  hombre detiene a una criatura, las desplumaba sin cambiar de postura, sólo se llenaba la punta de los dedos con sangre, mientras el banquito le mantenía de frente al horizonte en el que el sol le indicaba el momento de detenerse.

Algunas aves, quizá una o dos al año, lograban escapar de su manos, acariciaban el cielo por un momento, entonces otro hombre disparaba, las volvía sonido sin tiempo.
Mete el corazón en la licuadora, tiene que quedar cómo un líquido,

luego hornea los últimos despojos de los cuerpos ajenos,
báñalos con lo que exprimas de tus ojos.
No temas, el corazón era sólo un músculo minusválido,
un trozo sin equivalencia
y los cuerpos ajenos sólo eran buena vista
no hay quien los extrañe






Usa el licuado, ponlo en un vaso que invite a tomarlo,
pero advierte que es una bebida extremadamente amarga
deja los cuerpos sobre los platos,
pon un disco lleno de palabras mezcladas
y múdate al sueño en el que nada duele.

sábado, 5 de junio de 2010

tengo ganas de escribir que nunca te has ido de verdad
pero no tengo palabras.
Escupe, lector, mis estúpidas entradas anteriores....
sigo viendo tu rostro
 no eres tú
es una fotografia
sin paisaje
un muro y un tren
un anden abandonado
te veo ahi
este es un mal experimento,
balbuceo
por culpa del amor

VI

Gil, los mundos se alteran, hace poco los labios de un hombre mataron el corazón de las aves de del otro lado del muro, yo sólo supe que cayeron sus cuerpos como gotas de lluvia y que en lugar de rocío sobre las flores dejaron un halo de tristeza.
los labios se abren, d-e-n-u-n-n-c-i-a, con mayúsculas
y los huecos se comen las voces,
todo termina con indignación y repulsa.

lll

Gil no sé si recuerdeslos timepos en que íbamos en la secundaría, tu llevabas la camisa más perfecta, los zapatos más limpios, la sonrisa más amplia, yo era la que siempre se sentaba del otro lado del salón,  estaba en constantes abismos; un día me preguntaste en dónde se originaba mi sombra y yo no dude en señalar tus raíces, en denunciar el amanecer que se alimentaba con la sangre de los niños, en negrecer con nubes la luz principiante del cielo.
Tú me abrazaste y no entendí cómo un ave se atrevía  a abrazar a los muertos, tú calor perforó mi textura, me hizo sentir infinitamente más errónea.
-La gente se preocupa por zapatos, por ropa, decían las voces que nos rodeaban, eres rara ¿Quién se preocupa por el cielo? 
No contestaba. Me preocupaba el cielo porque quería ser inmortal, cualquiera tiene zapatos, pero no sirven cuando uno empieza a volar,
Mis alas rotas te conmovieron ¿Fue eso, Gil, sólo te causé pena y por eso me cubriste con tus alas?
Estaba muerta, no sé si lo notaste, si nos conocimos en un momento en que las estrellas señalaban otro momento, no sé si alguna vez lloraste por mí, lo cierto es que aún te sueño, aún estoy en esa enorme sala, con los zapatos negros y las medias largas, estoy esperando a que regreses, a que entres por la puerta y tras de ti despunte el día.
Juntamos amaneceres, tu canto era alegre, no como ahora que hablo con tu tumba, esa ingrata que se ríe de cuanto digo, que exhala silencios largos y corrosivos. Es tu prisión, es tu prisión  lo sé, pero no dejo de maldecirla por ser muda, por no permitirte viajar a donde el sol te indica.
Me gustan esas cajas en las que el humus comienza a deformar tus labios, me gustan los sombreros que se elevan sobre las cabezas de los desconocidos, a veces pienso que el aliento se nos termina, que en realidad la vida también podría ser reciclada. Allá afuera sospechan que mi cuerpo no existe, quieren llevarme a las tumbas en donde los rostros son cubiertos con un fino pañuelo blanco y los gusanos y las aves bajan para poder descarnarlos y llevarle las vestiduras  a nuevos huesos, a cuerpos que aún no alcanzan a producir sus propias tristezas. Pienso que algún día romperán la barda, que entrarán armados, que me enterrarán sin notar que el único que falta aquí es a quien velo, con un poco de lágrimas y cajitas de humus, con el canto de los canarios que vuela lejos a donde hombres de nombres impronunciables intentan crear mundos nuevos.

viernes, 4 de junio de 2010

A Chris

La ciudad se inundó y tuviste que salir en lancha
no era normal
pero yo lloraba

- comparte la lancha conmigo
nunca aprendí a remar,
confesaste
mientras me dabas los remos

 remé y remé
cómo si se fuera a acabar el mar
pero no avanzamos
flotamos en circulos
fuimos zopilotes
antes de dejar de respirar.

Estaba cansada.
llegó la noche
me quedé sin lágrimas
la lancha tocó tierra
no me despertaste
me dejaste soñar
con inundaciones
y lanchas que no iban a ningún lugar.
Me obsesioné contigo, busqué entre todos los nombres el tuyo, entre todos los hombres que se apellidaban como tú y, al final, cuando estaba rendida, te encontré en el pasillo de lácteos, estabas de oferta y tenías  un número gratuito para llamar.
El silencio del desamor se expande  y el atardecer cae, con algunas gotitas de sangre, los corazones de los adolescentes son pájaros a los que no hay que enjaular ni apretar demasiado, mueren así como el aire golpea su pecho, sobre todo cuando no saben volar.
-Ahora que ya no tienes vacios vas a botarme
me reclamó sin darse cuenta de que yo estaba escribiendo
-no, le dije
- lo harás, me botarás
y cerré la sesión, no entiendo como un blog puede ser tan molesto.
No quiero más, contigo es suficiente, deberíamos parar el mundo y bajar.
Hay gritos y dolor en todas partes, desesperanza sería una definición facíl e inapropiada, el mundo, entre gritos y pesadillas se da el lujo de estar en paz.
A veces me encuentro con tu cuerpo en la lavadora, lo saco, lo pongo a secar, lo doblo y construllo entre sus pliegues algún momento que al volver a la lavadora ha de olvidar. No es normal, me dice mi madre, el amor no  se debe olvidar, yo le sonrío, no hay necesidad de recordar todo el tiempo, pasan algunos d{ias y encuentro tu cuerpo desdoblado, lleno de aquellas cosas que te suelen herir, entonces lo llevo a casa, lo alimento, le hablo de eass cosas que uno hace cuando está solo y lo meto en la cama y propicio un encuentro, despierto para notar que tu cuerpo te ha llevado. Suspiro extrañando. Abro la lavadora y ah{i estás, con nota sobre el arrugado olvidado, un ramo de flores debajo, una suplica de no dejar pasar.
El verde es inconfundible,
abre el paso a mis pies
pronto todo se llena
de un deambular sonámbulo
de antecedentes felices
y una espesa capa del idioma ajeno
al que antes marcaba un alto
Quizá mi felicidad no sirva para explorar el mundo, para escribir otro o para cambiar lo que pesa, pero al menos hoy no estaré durmiendo en el infierno, duerman solos.
lo triste de ti es que guardas lágrimas en donde los mares deberían retirarse.
Hubo un tiempo en que sólo tú tenías ese nombre, en que sólo existía un rostro como el tuyo, y nadie dudaba, cuando le preguntaba a las sombras por ti, en enviarme en la dirección correcta; también hubo un tiempo en que sólo yo tenía este nombre y esta piel, entonces solías buscarme y caminábamos juntos, hasta donde el río bañaba la tierra con su humedad y su risa. Luego el tiempo nos confundió, hizo que tu aparecieras fraccionado en otros hombres y que yo, deshecha, quedase en la más borrosa imagen.
Aún te busco en mis entierros,
soy polvo que carece de rumbo.
los fluidos de la noche construyeron una nueva versión de la vida
Esos golpes llegaron a mi carne, gritó la vaca muerta,

Esas punzadas llegaron a mi carne, gritó el cerdo muerto
Esas palabras cortaron mis alas, gritó el pescado en la sartén
Esas agujas taladraron mis escamas, gritó el pato en el horno
Esos comunicados no llegaron a mis oídos, dijeron los comensales que esperaban tranquilamente en un restaurante
Mientras la gente que sufría estaba afuera, en juzgados, hospitales y estadísticas.
mi destino era nacer cerca de ti,
robarte el aliento
respirar en tu hombro
fuiste un gigante lleno de muerte  aunque florecias.
Soy agua que cae
Soy agua que cae
que cae
que cae
que cae
cae
soy agua, viajo por los espacios que mezclan los tinacos con el aire azul que nos cobija,
soy agua que cae y que sangra y que se vuelve petroleo en la consciencia de los que tienen bancos
y monedas que caen
que caen
caen
solamente caen
con los cuerpos de niños mujeres hombres
en cada centavo
soy agua que cae y que contiene gotas

el agua contiene gotas y voy dentro
todo cae, se derrama, se esfuma
el mundo cae
sobre el hambre
sobre la sed
sobre el amor
sobre la desventura
y el hambre, la sed, el amor y la desventura caen
a donde ningún brazo humano les puede salvar.
Siempre odié ese tipo de hombres, con el cabello raro, con gafas negras, con la pose de quien sonríe; odie sus despeinados, su incapacidad para aceptarse imperfectos y llegar a donde los que sólo son pueden llegar, los recuero ahora por un viejo albúm, creo que lo cerraré, espernado no encontrarlos en al vida de allá afuera.
habrá quien me busque por mi nombre o por mi rostro, aunque ya no existiendo ni destino ni sombra, le sea imposible encontrarme
el estiércol se depositó sobre la hoja de cartón mojada
El arma del viento desnuda los rostros de quienes miran por la ventana
Nunca me gustaron los lunares, esas ramificaciones que creaban cielos en donde tu piel se exponía, ni tampoco las risas sencillas en las que uno no encuentra idioma alguno, pero de alguna manera me acostumbre a mirar el cielo de tu noche, a sonreír sin moraleja ni pretexto, a embarcar mis sentimientos en el viento de tu boca.
La vida es  quien nos recuerda el lugar al que pertenecemos, me trajo de vuelta a la lejanía de tus estrellas, a la hilera de costumbres sobre las que bordo la necesidad de un café en la mañana, una lectura al exterior de los diarios, un poco de frío al tocar el umbral que da a todos los afueras.
Pienso en los delirios de esos tiempos como una obra ajena y consumada, sobre todo cuando de noche siento la necesidad de volver a  sonreír por nada.
El nudo se construye despacio
las cabezas ruedan
de alguna manera no era necesario pensar ni gritar
yo opinaba que de no ser por el origen conocido del nombre
se podría creer que era la garganta el principio de la guillotina
garganta o grito me parecían tan cercanos a su nombre,
cuando separaba el  cuello,
ya  roto de llanto.

De alguna manera los cadáveres de los pollos
me hacen pensar en el nudo
en las lágrimas que muchos vamos guardando
allá quizá también haya tijeras
que nos hagan trozos,
y bocas que no sepan que aún así
en el corazón y el enjambre del cuello
guardamos lágrimas vivas
que arden en nuestros cuerpos muertos.
Quiero explorar la ciudad de tu nombre
y que  alguna gruta invisible
descubra, cual acto final,
que la piel de ambos es la misma
quizá por eso hay quien se obsesiona con las sábanas
yo siempre preferí la textura del cielo
y tus labios empotrados en palabras
palabras de viento
viento,
oscuridad
me voy y despierto sin el áspero mundo de tus ojos
sin la claridad de tu presencia en mi espacio
no estamos juntos ni muertos
la ciudad está avanzando
y mi mudanza se quedó en deseo de explorar.
Las reinas salen de noche, con vestidos y labios negros, las reinas consumen cigarrillos desde la distancia de sus uñas inmensas y luego se sientan en los parques a llorar la desventura de los hombres sin casa, que beben agua de las fuentes sucias.
En esta ciudad había agua, transparente y cristalina, como rezan las descripciones de la infancia, aquí había mucha agua y las mujeres la llevaban a sus casas y regaban los jardines con flores, ahora quedan  hombres y mujeres sin cántaros  que nutran jardines o limpien patios, sin zapatos cómodos ni pláticas después de la comida.
Los hombres  beben el agua que las fuentes vomitan, aún cuando es verde y parece oxidada; las mujeres se delinean los ojos, usan zapatillas; las reinas los miran y se pitan la mirada gris, sería negra si fuese el fin del mundo, pero tristemente aún no lo es.
poemas para leer sin voz
No caer sobre las rodillas del cielo ni adentrarse en los muros que escriben por tu luna,
no desenvolver las luces que menguan la sabiduria de la sombra ni el agua que corre en las cloacas de los pollos
no combatir el estornudo ni la capa de sarna que hace que la sed de otro cuerpo sea el limite
no calmar el pecho que se eleva con besos ni aguardar el roce de las manos
Contener todos los infinitivos en la soledad o en la compañía
Acumular sólo los verbos ejercidos y morir en los ojos de lo que se ama.
La poesía del mundo se escribió en esta noche y la noche multiplicó su calor en el eco dispar de las olas de palabras que completaron la muralla sobre la que descendió la idea, la imagen, la profundidad. Aquí todo tiene nombre, menos lo innombrable, esa sutil fuerza que corona los estómagos con sus notas de temblor e irrealidad.

Todo vibra,el cielo despejado y ojos con nubes y dolores en el vientre y alas doradas, está noche las palabras crean infinitos.
hay algunas nubes salpicadas de color,
son lunares y a mi no me gustan,
son lunares que crean la complejidad del cielo
cuando el aire recicla la fuerza del sol,
cuando las sombras atraen noches llenas de consciencia 
y los hombres transitan desnudos,
intentando cazar alimentos
y huir de los fantasmas que les llevan a la extinción.

jueves, 3 de junio de 2010

Atravesamos el estómago de un mundo para ver la luz, luego nos bañamos con sus jugos, con los restos de nuestros hermanos cosidos en ligera fragancia de igualdad.
TE regalé un mechón de mi pelo no por lástima sino para que tu calva superara el invierno, eras un ave extraña, con las plumas cortas, no volabas, sólo cantabas dando vuelta sobre tu eje hasta dormir apoyado sobre la pata izquierda, sentías frío en el invierno, sentías nauceas ante el movimiento de las estrellas, tomaste mi regalo y con tristeza lo acomodaste sobre tu calva, quizá en veinte años lograrías llenar el vacío.
Siempre me gustó el brillo de tus ojos,
que eras un  poco raro, me dijeron cuando aún estabamos juntos,
pero los necios no seguimos consejos,
te seguí hasta diluirme en el mar.
Lo siento, amor, pero tu asencia ya no trastoca mis espacios, voy a viajar al vicio del sueño, sin pensar en ti.
la mujer viste con violencia su cuerpo, el hombre ha dejado el abismo a sus hijos


nosotros vemos concreto derramado en las cavidades de la ciudad
los pasos en el mundo exterior
van dejando huella
el hombre toco la luna con su planta
y los otros dejaron qeu se empañaran las ventanas
ningún hombre es inmortal
la luna los verá morir a todos
con la sonrisa hueca
de la mujer que sabe
que alguien le ha desmoronado el misterio
Tus caricias
marchitan mi origen
las mariposas se mudaron a mi estómago, el lugar más común
y desde ahí controlaron mis ansias por volverte a  mirar
El cansancio de tu cuerpo junto al mío te reconstruye.
Cada madrugada tu boca crea mi espalda
luego el desvelo se nos planta en el cabello,
la desnudez es extraña porque no nos deja nada
pero el amor es aún más extraño,
sus visitas nocturnas terminan con un triste: fin
¿Me permitirias agregar esta pena a tus ojos?
Tengo muchas preguntas y ninguna respuesta, siento que hay algo en mi cuerpo, o en mi mente, una sencilla chispa que me invita a caminar contigo, a llegar hasta el manto acuatico de tus sueños y cancelarlo todo.
No volveré a amar a ninguna mujer
Nube divina, yo te agujero, tu plástico negro no imita las formas de la noche sino la desnudez de lo inhumano.
Suicidas.
tomemos el mundo con nuestro sueño.
¿Tú tienes ideas? Me miró sorprendido,
creí que sólo eras una figura absurda, sin interiores, sin voces,
casi siento celos, casi preferiría verte muerta
(no entiendo por qué lloras )


extinta la mandíbula que te sostenía,

he visto a tu sombra vagar por la casa

en el acto de despertar.
La pregunta de sí aún estás ahí me aqueja,
continuamente quisiera besarte la sombra
y saber si has naufragado en este mar

habito la isla de las soledades,
estoy impregnada del murmullo
de las despedidas

me gusta mirar el mar e imaginarte
nadando en la dirección en la que mi sombra
eclipsa la luz del sol que muere
pero estás en otra parte
quizá en donde el mar no rosa
con su movimiento el oido de los hombres
trabajamos desconectados,
dormimos. corremos, caminamos, estamos desconectados,
vamos a la cama compartida y en un beso y un impulso nos encontramos desconectados
nos internamos en nosotros
viajamos al centro
estamos desconectados
repito esa palabra porque no puedo conectarme con el texto,
porque aunque este llorando nada transmito,
la máquina me observa
los animales me observan
las particulas me observan
sin entender cómo en un mundo tan sencillo
alguien puede vivir tan desconectado.
Vomitadas las palabras-desconfianza
no hay más que verse marchitar



 ya no hay forma de no llorar, pero las lágrimas no tienen ningùn sentido, mejor cantemos rumbo a las tumbas que estamos por cavar para dormir.

el dolor es algo egoísta, quiere para sí todo el tiempo,
usa los recursos para ganar adeptos
ama que se le siga y que se inventen pretextos en su nombre
el dolor es un enemigo
que llega con el nudo que azota las gargantas
y no hay amor que lo calme
ni bendición que evite su cuerpo
A veces pienso que el amor es egoísta
mientras muero
luego recuerdo que lo es más la vida
y me arrepiento


Escribiré todo lo que escriba en una sola entrada, mi mundo confuso lo permite, aún cuando su cuerpo se vera roto con mis remiendos, las palabras siguen siendo sin equivalentes.
Mi cerebro se oxida, lo hace para volverse tierra, para que algún manto de humus le haga reverdecer.
Yo soy el corazón de la manzana,
me pudro hacia fuera mientras la piel la oxida.
En el sumido polvo de la mortaja
la reina de la podredumbre vomita mis organos
nadie los usó peor que este engendro
pensará mientras deslava la carne

miércoles, 2 de junio de 2010

Los ojos estaban cerrados al sueño, nosotros quisimos tocar su textura
Gil dicen que los árboles están muertos por dentro,  y yo soy como ellos, te miro en ese estanque que corta mis silencios, te miro en el reflejo de mi cuerpo, caballito de mar en el pozo del sol.
Mi cuerpo es una serie de recuerdos y tristezas,
                                                                        recuerdos, tristezas que se amontonan en el centro de lo que demuestro, no sé si me comprendas, ahora que todo tú eres  muerte y silencio.
Mi cuerpo es un tronco, mi centro es la cáscara de la muerte que expulsa lo vivo, eso que es presente, hacia los mundos del futuro que es aire, tu despiadada ausencia es el centro de cuanto prueban mi cuerpo y mi mente, es el sabor continuo, la dieta de mi mente.
Soy, en resumen, un puño de polvo y soledad
Estoy comiendo las migajas de mi falda
Una cadena
                 intentó

condenarme

                                                            a la desgracia
en el amor



 reí sin parar


el amor no está hecho para los                                                       
                                muertos
Vivir es respirar y eso es dejar algunas semillas en el frasco de la bebida de los abuelos,
es tener pulmones e inflarlos con el aire que pasa a través de los ductos de la nariz
es ajustar la bomba que lleva al sangre y el pulso
es enjuagar el llanto de los pequeños y dividir el cuerpo en fórmulas inconsistentes.
es sólo dejar que los engranes hagan su trabajo
y las memorias formen mechones en la frente de los sueños
es la interrogante de la esperanza
y amar.
Tú descubriste que la vida es algo serio
yo acabo de notar que me falta empezar a jugar con ella
éste no es un mundo de coincidencias,
cuanto existe lo hace sólo por existir
y no nos alcanzaría la memoria para llevar a un acuerdo
y tener la clave del vivir
Ninguna palabra puede definir mi impaciencia; incapacitada para no ver el más allá, para robar el tiempo y saber que  no aceptas que también me extrañas, que no hay solemnidad en esta pausa en la que sonreimos mientras te pones serio y hablas de esos tiempos en los que se te partia la vida, yo pienso en salir y en bañarme con la lluvia que el sol se empeña en no hacer realidad.
La tarde es perfecta, el calor disminuye, las quimeras se alejan de debajo de los pàrpados y mis manos te extrañan, de no ser porque las distancias invitan a ser abrazadas te tocaría, me acercaría al punto del que hemos huido desde el primer encuentro. Te dejaría en los labios una palabra y el largo silencio de las coincidencias. No temas, la cobardia habita mis entrañas, sólo caminaremos hasta el cruce en el que nuestros pasos se han de separar.
Soy un frasco sin contenido