viernes, 4 de junio de 2010

Hubo un tiempo en que sólo tú tenías ese nombre, en que sólo existía un rostro como el tuyo, y nadie dudaba, cuando le preguntaba a las sombras por ti, en enviarme en la dirección correcta; también hubo un tiempo en que sólo yo tenía este nombre y esta piel, entonces solías buscarme y caminábamos juntos, hasta donde el río bañaba la tierra con su humedad y su risa. Luego el tiempo nos confundió, hizo que tu aparecieras fraccionado en otros hombres y que yo, deshecha, quedase en la más borrosa imagen.

No hay comentarios: