domingo, 13 de junio de 2010

Si te odiase viviría para ti, no comería sin imaginarte muerto, no pasearía las tardes lluviosas sin imaginarte atropellado, no viajaría en transporte público sin desear que caigas, que los semáforos conspiren a cada paso que das, que tu auto se descomponga o que tu caer, en la banqueta, resuene con unas gotas de tu propia sangre; es más, no dormiría sin pensarte tirado en alguna banqueta, orinado por los borrachos y los vagos que odiarían y escupirían tu cuerpo con la misma saña con la que yo lo haría. Pero no te odio, no, por eso no te dedico ni un segundo, no me importas, desconozco el nombre que me dijiste la noche en que nos presentaron, recuerdo vagamente tu figura, tus ojos, tus labios. O quizá no los recuerdo, pero intuyó la imposibilidad de su carencia., es eso, sí, por eso no entiendo, querido personaje: ¿cual es el motivo de tus quejas?.

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