lunes, 14 de junio de 2010

Si, tuvimos miedo y por eso nos arrancamos la carne, por eso nos empaquetamos en dobles siluetas, nosotros también éramos panes desmembrados en migajas y huíamos de palomas que generaban círculos de viento, luego nos gritaron cobardes, mientras las olas rasgaban el silencio y lo volvian guiñapo, nadie lamento nada, ninguno de nuestros suicidios, lloraban por las cosas que no aclaramos, por la muerte no anunciada en una tarjeta, con un mes de anticipación, por la ropa y el suelo y las manchas por esas cosas que uno no perdona cuado la meta es fingir ser feliz.
Tuvimos miedo y ahora, lejos del juicio de las manos, somos libres.

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