martes, 15 de junio de 2010

las puertas de tus ojos son sal
algunas están rotas.
he pensado en cocerte, con un poco de agua, con un trozo de inseguridad y luego vaciar en el molde de las muertes los equivalentes de tu voz.
No quiero tocarte, una de mis manos es más rápida que la otra, uno de mis cuerpos está más muerto que el otro, cada parte de mi imposibilidad de ser semétrica resulta en los esturnudos en los que la carne vuelve a ser gota en el aire, en el afuera de la cara del hablante con el que no nos interesa intimar. Pienso, justo ahora, en recopilar todos los referentes, en volverme la gris estampa que nutre el suelo, si, estaría bien, podría verme en los espejos, no soñaría contigo, sería tu dueña, ahí va otra vez, esta idea de tomar los recipientes y marcarles mi nombre, sin entender que algún lápiz que estaba marcado no vuelve porque nada es nuestro. Estoy desvariando, seguro, tú tampoco serás mío.
El chiste es que no quiero tomar los referentes, no para usarlos y mirarame en los espejos, los quiero para ir y tirarlos sobre tu rostro, sobre las puntas de tu hocico, ese gran agujero de ilimitadas salivaciones, de tal forma que no se condene mi cuerpo ni mi caracter, de tal forma que siempre sea libre.

Probablemente te extrañe, he planeado llevar alguna imagen tuya, una palabra que me recuerde porque pensé en renunciar a mí a cambio de que te quedaras,

No hay comentarios: