Eras un joven extraño, algo callado y retraido, yo tenía ocho años y te miraba mientras leías, me miraste y sonreiste, yo me acerqué a ti, me sente a tu lado y toque tu rostro, lo marque para, al volver a encontrarte, poder reconocerte. Lamí la sangre que brotaba de tu mejilla con una sonrisa mientras permanecias congelado. Te encontraré, pensaba mientras me iba, y seguiremos jugando...
No hay comentarios:
Publicar un comentario