Dijiste no tengas miedo, pero mi mano sostenía un paraguas nublado de angustia, la felicidad no caía contra él, la felicidad no podía contra él, llovía bajo mi telón mientras lo sostenía con la mano derecha y el corazón abierto a sus rotos trazos… lo sostenía y amanecía en la completa calma de los amaneceres de tu voz: no tengas miedo, no.
Y temblaba sabiendo que no habría otro hoy.
La tela quedó manchada, con una mancha de lluvia que no suena, mi mano atada a su tallo de flor, yo baile bajo sus alas de murciélago, yo entendí que ambos cabíamos porque era una tumba sencilla, un campamento de lluvias imposibles, de neutralidad en el aire, de creación.
2 comentarios:
Hagamos el amor a la prosa!!! jajaja
Hoy ando de violadora.
jajajaj, ps si, hay que hacerlo
XD
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