miércoles, 19 de mayo de 2010

nos vamos volviendo verso, escupimos nuestra ausencia, somos un kilo en la carnicería, un poco de verdura en el aire, estamos en la comida, en los muertos, en los caños, somos la conciencia de las moscas,


despegamos

cómo lo hacen los que saltan desde el barandal del mundo y caen sobre la sentencia de que este sitio ha sido condenado

nos vamos volviendo espacio y entre una letra y otra colocamos nuestros huevos, para que devoren a los muertos que andan por la ciudad

el asfalto gris cubre sus caras, sus granos, sus frenos, el sudor que se acumula entre sus ingles y la mirada glacial de los que aún esperan el fin del mundo.

nuestras manos se extienden, se vuelven gotas y zumbidos, somos el estiércol de los muertos y los muros construidos, yo no quiero droga, no quiero tira, no quiero ningún hueco que invite a la desgracia del amanecer que nos desgarra, yo quiero un poco de sueño, les grito a los que somos, pero no me escuchan

nosotros somos el aliento que respira y regresa la saliva que nos pule, nosotros somos el aire que expulsa el vuelo de las moscas, un conjunto de silencios que anuncia lo que los labios que saltaron y se abrieron, paracaídas, en la distancia entre el punto y la base de la torre conoció/conocía.

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