miércoles, 7 de julio de 2010

Sólo pensaba en un idioma
por eso era imposible amarte
traducir los labios y las caricias
las frases con las que terminabas
por cerrar las noches
sobre nuestros parpados.
Sólo  hablo un idioma, aún ahora,
el de las personas resignadas al adiós.
Aunque no veas lo concreto de esta línea
en mi cuaderno para el corazón
siento que aún permanecemos en la calma
de la lengua que compartimos: 
la desilusión. 

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