sábado, 10 de julio de 2010

puso la intermitente de su corazón y bajó por la escalera que daba al caracol. Siendo el pasado todo futuro que le quedaba
siendo la sed y los labios dispuestos sobre el pasto la guía para hallar el río se preguntó si había una dirección distinta, si el presente no era una desviación parcial del pasado que el esperaba en la conjugación continua de verbos atorados. 
Olio las maderas de los bosques de termitas y su mano vomitó una señal, una caricia sobre la superficie de alguna piedra, de la sequía que contenía la cloaca, el doble sexo, la invitación.
dejó el lugar oscuro de la espera, la doble fila, regresó al camino, olvidando su interior.
Estaba vació, se dijo, desde le inicio estaba así.
Algo le cubrió los ojos y en mi imaginación murió. 

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