Que se mueran los sentidos no sentidos y los oleajes de los párpados, o quizá sea imposible, morir lo que se desea, asesinar el vientre de los abismos y luego sonreír, con el ardor en la piel de quien se ve descubierto, en una desnudez semejante a la del cuerpo, a la de lo interno que se hace nube.
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