sábado, 3 de julio de 2010

¿Cuál es el rumbo de la comodidad de estar sola?
Añoro respirar sin extrañar la pausa de una sombra que se me hace polvo, creo que me gustaría tener el audifono del silencio pegado al hueso, formularme como algo nuevo y poco claro, una especie de yo más horrible,  más cruel; barata idea e imposible, yo ya no soy lo que era, ya no pongo ninguna definición en donde dice: ¿quién es usted?
Sin embargo me esfuerzo, no sé si alguien lo nota, por llenar todas las casillas, por terminar antes de que  la vida me arrebate la hoja, antes de que ya no haya nada por lo cual arrancarme la duda de si mis respuestas estarán bien o mal, si se me calificará tomando en cuenta esas cosas que los otros simplemente han omitido o si mis omisiones son más grandes.
No lo sé.
Soy yo, soy una mujer, extraño a alguien cuyo nombre siempre está oculto, soy una confesión a medias, busco fotos que lo que no soy, en ellas encuentro lo que fui, nadie observa la horrenda forma que me forma, la vida que pulsa de manera asquerosa en mis venas; algunos pocos, no ciegos, conscientes, me miran asqueados, se los garadezco, no soporto las imagenes que son yo y que no son terribles, no, porque me da miedo, no, porque de alguna manera espero haber terminado con ese viejo ombligo de perfección. 
Soy yo, soy esta imitación de sin-sexo, sin-sentido sin-nadanuevoquemostrar,  sin-valor
Soy yo, esta cubeta de agua estancada, esta imposibilidad de volar, esta gruta de olvidos...

Juego en un mundo con roles establecidos, la hoja no tiene lo que preferirias ser, de ser así me aceptaría como un trozo de papel, como el rastro de perfume que acosa el olfato de Diana, como el recuerdo ede un padre dentista en el cuadro de la sala de Marcos. 
Leo otra vez
Mi nombre
Mujer
Edad
No soy eso. Toda yo es una falsedad.
Hablo sobre cuanto extraño, sobre mi necesidad de volver a la calma, en mi soledad, al silencio que mecia mi cuerpo con caricias y no con desdicha, quiero volver. 
El tic -tac se activa otra vez, lo hace hasta en mi mente, el lápiz quiere romper su punta y renunciar.
Hay un nombre en la orilla derecha de mis labios.
Hay un nombre que permanece en el olvido de mis manos.
El tic-tac se activa otra vez y mi calma no llega, era una cita, una reunión importante, la voz de un mercader, el tráfico de las tres, era cualquier pretexto lo que nos alejó, y mis manos hacen que la página se multiplique en tonos-tristeza.
El final se acerca y no alcanzo a volver a mi paz.

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