lunes, 21 de septiembre de 2009

vis

Veo los colores del cielo, los colores que se internan en el cielo, los colores que acarician el vientre del cielo, desde dentro, desde la placenta unitaria y corrosiva de las nubes, desde la imagen propia en la que la luz y las estrellas se disuelven en oscuridad. Yo amo los tonos del cielo, la luz que le rasga desde dentro, que se hace raíz y se deja crecer con un sonido profundo, un sonido semejante al ruido cuando después del sueño nacemos a este mundo, a esta construcción de pautas lentas, de respirar tras respirar.



Aun sin ver el cielo, sus colores se desparraman, bajo la lluvia de cristales que termina, rota, entre los huecos de asfalto, entre las manos de arboles, entre mi pelo, todos sentimos sus colores cuando hasta el miedo se frena con aguijones de blanco silencio.... llueve afuera de mi cielo, el agua desciende en cascadas de luces, la oscuridad es el punto del que nace la luz que ilumina mi ruina, es hora de dormir bajo los parpados de lagrimas empotradas en ventanas de terciopelo transparente.

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