sábado, 14 de agosto de 2010

Murciélagos vuelan abajo
de la nube de cabellos
oscuro
dice la boca del hombre
en el filo de la embestidura de la noche.
Murciélagos me vuelan entre la carne y desnudan
las capas que se introducen en el sonido
que causa ecos y ondas
-constelaciones-
de baba
-saliva petrificada en la frente de mis esquinas-
de mis vientres partidos en fluidos 
de eco espinal.
Los murciélagos no huelen el espasmo de mi Apocalíptico
desmayo de convulsiones
ni la orina que se desliza entre los huecos de la rabia
de mi boca.
Su sensación de aleteo me inunda.
Estoy en la noche que sepultan las palas.

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