viernes, 19 de febrero de 2010

Ese rumor oscuro de tu cuerpo se derretía en el café, un color abismal como los espejos en los que mi rostro, inundado de brea, gritaba las notas de alguna curiosidad mínima, yo supe de inmediato que era necesario cambiarlo todo, que teníamos que construir un muro y pintarlo de café, todo en café, todo en el color que dejan las olas sobre la arena.
Por eso aquella noche, la menos infinita, tome las cubetas de la tienda y las vacié sobre la faz de la barda que guardaba el secreto de tu paso, las lance y con brochas, con manos, con mi ropa, repase la textura del muro esperando mudase su naturaleza.
NADIE entendió, me llevaron a rastras mientras gritaba tu nombre al muro, me encerraron, decian que las ventanas del banco debian permanecer transparentes, pero los muros se hicieron para vestirnos, le dije a mi padre y èl, incrédulo, tembloroso, me prometió un algo, una ayuda, sin importancia.
Yo voví a la semana siguiente, los cristales - tu ausencia en cualquier sentido que se piense -, se tiñeron de mi idea, no quería el dinero del banco, queria  cubrir el absurdo, queria volver a mi vida - con un tono cafè- antes de ti.

2 comentarios:

Aidé Flores dijo...

Ayyyy que triste U__________U

June dijo...

:(
jajaja seh